Los supermercados y centros comerciales son lugares de invisibilización por excelencia, pues al consumidor le son vedados los procesos industriales que fueron necesarios para satisfacer la demanda; implícitamente esta desinformación hace partícipes de sus graves absurdos a quienes ignoran las artimañas de las que se sirve el mercado. Es el caso, por ejemplo, de la industria del agua embotellada; generadora de gran parte del plástico que envenena tanto los alimentos envasados y empaquetados, como los ecosistemas afectados por los residuos; debido a que es un material no biodegradable y altamente tóxico derivado del petróleo. Por otra parte, las multinacionales dedicadas a dicha actividad monopolizan y roban el agua, creando una desestabilización del recurso hídrico que podría ser utilizado para cubrir las necesidades básicas de la población; sin embargo empresas como Coca-Cola continúan extrayendo el valioso líquido a expensas de la avaricia propia del capitalismo.
El agua es un elemento vital para la supervivencia de cualquier forma de vida conocida, la tierra en su perfecto equilibrio la emana de sus cúspides tal como la leche brota de las ubres; lo menos que puede hacerse en agradecimiento por tan infinita misericordia, es procurar la conservación de los recursos que utilizamos, con el mayor respeto y compromiso hacia toda manifestación natural; desde pequeñas acciones como evitar comprar productos o servicios a entidades que se lucran del detrimento de la naturaleza, evitar tanto sea posible el uso de bolsas plásticas o materiales que no son amables con el medio ambiente. De tal forma podemos empezar a ser ciudadanos conscientes, ciudadanos del planeta; la dadivosa tierra puede satisfacer las necesidades de todos, pero no el egoísmo de unos pocos.
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