
El pueblo mexica, agricultor y guerrero, poseía una estructura social basada en el cultivo del Metl, nombre en lengua náhuatl de los agaves (planta perenne, denominada más tarde como maguey por los españoles) gracias a su capacidad de prosperar en tierras poco fértiles y en clima tanto seco como frío, ideal para las características geográficas del altiplano central mexicano. Sus hojas no solo servían como materia prima en la elaboración de papel, hilo, vestido, calzado, sogas, mantas, y capas, sino también en la fabricación de techos para las viviendas; al igual que el tronco como viga de construcción, leña o combustible. De la savia o jugo de maguey se producía azúcar, miel, y vinagre. Además se preparaba octli o pulque, bebida sagrada que se usaba en rituales religiosos, fiestas agrícolas mediadas por la música, el baile, y el éxtasis congregacional.
Es fácil comprender la gran importancia del maguey que además de suplir las necesidades básicas de la comunidad, representaba la manifestación de una divinidad: Mayáhuel, diosa del pulque o el maguey divino, relacionada con la fertilidad y la agricultura, la cual mora junto a su consorte Chalchiuhtlicue en el Tlalocan, paraíso terrenal abundante en comida y bebida donde los hombres viven felices. Si bien el octli es una bebida embriagante, su uso era estrictamente regulado por las autoridades o líderes espirituales, penalizando su abuso con el fin de proteger los valores y principios del exceso; dicho de otro modo, eran guardianes de la tradición ancestral, evitando cualquier signo de degradación.
En este sentido, había una estrecha relación del uso ritual del pulque con la concepción temporal; los antiguos mexicas usaban dos calendarios ceremoniales. El primero llamado Tonalpohualli, prevenía a los hombres de las influencias que predominaban cotidianamente; el segundo, Xiuhpohualli, ayudaba a prever el destino, y guiaba el comportamiento adecuado en relación con los demás.

El pueblo mexica es solo un ejemplo de las numerosas culturas ancestrales que han habitado y habitan la tierra; las cuales poseen una comprensión particular de las leyes universales regentes; no obstante se encuentran unidas por la consciencia espiritual que se manifiesta en el nexo con las demás entidades que coexisten, además de desempeñar un papel fundamental en las relaciones físicas y metafísicas de la vida.
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