En medio de los departamentos del Santander y el Norte de Santander Colombianos se encuentra el Páramo de Santurbán, también conocido como Nudo de Santurbán. Allí, donde la montaña se confunde con el cielo, donde la vegetación de páramo se mezcla entre las nubes y se pierde entre la niebla, en este nudo que se encuentra en una profunda conexión con los páramos del Cocuy, Pisba, Almorzadero, Bijagual y Mamapacha; es allí donde el agua nace y la vida crece.

El páramo de Santurbán posee un clima de alta montaña, por lo cual sus temperaturas suelen ser bastante bajas, y sus habitantes suelen estar envueltos por una constante niebla, nubes y frío. Es por esto que la flora y la fauna de los páramos, en este caso del Páramo de Santurbán, se encuentra bien adaptada a las bajas temperaturas. Este clima, por su amplia vegetación, es rica en frailejones, los cuales permiten capturar el agua de las lagunas y ríos. Así se desarrolla la vida no solo en forma de fauna, sino que, gracias a este tipo de vegetación los páramos se encuentran repletos de nacimientos y fuentes de agua dulce de donde se desprenden los arroyos y los ríos, por lo cual resultan vitales para el mantenimiento de los ciclos del agua, además de que permiten distribuir agua potable a los pueblos y municipios más cercanos.

El páramo da la bienvenida a quien lo visita a partir de su paisaje de sus arbustos, flores y plantas medicinales que bellamente lo pueblan. Santurbán alberga una flora abundante que resulta absolutamente necesaria para el surgimiento de la vida en el páramo, el mantenimiento de las cuencas hidrográficas y la protección de las especies y los suelos. La fauna, sin embargo, se ha visto afectada en el páramo y resulta profundamente necesaria para la protección y la preservación no solo de las especies, sino de todo el páramo mismo. Se encuentran en Santurbán varias especies en vía de extinción, entre ellas el curí y el venado de páramo, por lo tanto, el proceso de recuperación de estas especies se ve enormemente necesario.




Sin embargo, el Páramo de Santurbán lamentablemente no posee una reglamentación que resulte clara acerca de los límites que pueda tener la minería y el turismo sobre este territorio sagrado. La minería y la explotación a gran escala amenazan con afectar el ecosistema del páramo de una manera irreparable, siendo las grandes compañías mineras dueñas (a modo de títulos) de partes considerables de reservas ambientales y nacimientos de agua; la ganadería por su parte ha dañado muchos suelos del páramo afectando la regulación de las fuentes de agua; además, la tala y quema de la vegetación ha causado daños terribles en los páramos generando un impacto ambiental de grandes proporciones. No obstante, se han venido gestando varias alternativas que arrojan un poco de luz sobre toda la oscuridad que rodea a la situación ambiental del Páramo de Santurbán, al cual en medio de su delimitación se le han otorgado cada vez más zonas de protección especial, entre estas el Parque Natural Regional Sisavita y el Parque Natural Regional Santurbán – Salazar de las Palmas.

Históricamente los primeros pobladores del Páramo de Santurbán estuvieron divididos entre cuatro grupos indígenas: los guanes, los chitareros, los laches y los yariguíes. Estas comunidades estuvieron ancestralmente protegiendo al páramo hasta que fueron expulsadas de su territorio, precisamente por la ambición y el daño que la explotación minera ha seguido causando. Este páramo, por lo tanto, resulta envuelto por una ancestralidad que le adjudica un carácter conmovedoramente sagrado, siendo de manera irrefutable un templo natural, un santuario que debe ser cuidado, contemplado y protegido con esmero.

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